lunes, 29 de marzo de 2010

EL CAFÉ, COMO LA CARIES... EN LA BOCA DE MUCHOS

Esta es una investigación de diversas bibliografías sobre el CAFE que lo degusta gran parte de la población mundial, sin ocasionar este problemas de obesidad.



Dr. Salvador Navarrete Gómez

Muy sabroso para los cafetómanos que lo degustan sorbo a sorbo para deleite de los sentidos del gusto y del olfato: pero agrio para los cafeticultores de México, cuando los créditos no son oportunos ni la comercialización adecuada, para competir con el aromático que viene del exterior.
El café ha conquistado el mundo, sólo lo supera el agua y la leche. La coca-cola y la cerveza se quedan muy atrás, a pesar de la propaganda exagerada en los medios de comunicación. Se fortalece esta aseveración, cuando vemos frecuentemente que en el encuentro fortuito entre amigos después del saludo y palabras preliminares, continúan la charla ante una taza de café humeante en el establecimiento donde se expende esta gratificante bebida que, como la caries, anda en la boca de muchos.
El grano o baya es producto del cafeto, árbol de la familia de las rubiáceas, que mide de dos a cinco metros de altura es longevo porque perdura hasta cincuenta años y es fecundo durante gran parte de su vida. La tierra preparada para su desarrollo es la del trópico de cantera volcánica y porosa para conservar la humedad, sin embargo, ya trasplantado, es indispensable el fertilizante de preferencia. Del grano torrefactado y molido surge la infusión que contiene la cafeína alcaloide psicoestimulante que disminuye la somnolencia, la fatiga y proporciona sensación de euforia, facilitando el trabajo mental y físico. También actúa como analgésico en algunas cefaleas y mejora el riesgo en las arterias coronarias. En grano y por consiguiente en la infusión hay componentes como hidratos de carbono, proteínas, ácidos grasos y como seiscientos elementos aromáticos para deleite del sentido del olfato. Algunos adictos al café han manifestado que aumenta el poder libidinoso al estimular los centros nerviosos del cerebro que rigen el sexo, lo cual se relaciona, pero en el ámbito de la leyenda ... con Mahoma, que recibe de Alah esa infusión negra, maravillosa y estimulante con la que recobraba todo el ardor juvenil para derrotar en la lucha a cuarenta caballeros y hacer el amor a otras tantas mujeres.
Arabia pregonaba que era la patria de origen del café, que popularizó con el nombre de Coffea Arábiga durante cerca de trescientos años, siendo proveedora de muchos países del orbe con el nombre de café Yemen, que se cultivaba en la Región Sur de la Península. Más tarde se alió con Turquía para monopolizar el suministro de la variedad Moka que conquistó Europa, Islas de Las Antillas y América por su sabor y aroma exquisitos, aun cuando en el Viejo Continente, hubo cierta reticencia a su consumo por el color negro. Pero cuando Talleyrand, en un café Parisino ante cafetómanos distinguidos pronunció la loa brillante dedicada al café:

"Negro como el diablo,
caliente como el infierno,
puro como un angel
y dulce como el amor".

Esta estupenda alabanza al café, influyó aumentando su consumo en muchas partes del mundo. También en París, nos dice Peysson, que Honorato de Balzac fue excelente propagandista de la deliciosa bebida, cuando declaró que tuvo que tomarse cincuenta mil tazas de café para consumar su obra cumbre La Comedia Humana.
Se hizo más popular en Europa, cuando surgieron establecimientos o cafeterías que se convirtieron en mentideros o centros de reunión de Políticos, Intelectuales Artistas y Damas Distinguidas, en ciudades como Berlín, Londres, Marsella, París y Viena. En esta última tuvo su origen el famoso "Capuchino", el "Express" sencillo o doble y otros.
Arabia sólo tiene el mérito de haber mejorado el cultivo del cafeto, porque fueron los caravaneros africanos quienes lo transportaron a la península de donde, como dijimos antes, pasó a Europa y al Continente Americano: por lo tanto su verdadero origen está en Etiopía, salvaje en todas sus formas en la región de Kaffa, de donde deriva la palabra café. Dicen que fue Kaédi y los monjes abisinios, quienes lo descubrieron al ver a sus cabras brincando, retozando y rumiando toda la noche después de comer las hojas y frutillas rojas de ese árbol silvestre. Tanto Kaédi como los monjes, hicieron la infusión de esas bayas rojas, que al ingerirlas les ocasionó la misma sensación y también insomnio, que aprovecharon éstos últimos para estar en vigilia en sus rezos y ritos. En sus lenguas primitivos (Tonga, Suajili o Bemba), lo denominaron, Bun y a la bebida Bunchun.
En México se consumía el delicioso café que llegaba de Cuba, molido y enlatado, listo para preparar la infusión, que solo tenía el placer de degustar la alta sociedad de La Colonia. Fue hasta por el año de 1810, cuando llegaron las primeras semillas de las variedades Moka y Martinico, que según unos, se sembraron en el estado de Morelos, pero otros aseguran que las sembró por primera vez Antonio Gómez de Guevara en los alrededores de Córdoba, de donde se propagó hacia Coatepec y Xalapa. En estas ciudades, actualmente se expende el café "Bola de Oro", que según opinión de muchos, es uno de los mejores de México y posiblemente del mundo.
Cuando las cosechas son buenas, deja de ser agrio para los cafeticultores del país y desaparecen los "plantones" de protesta.

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