lunes, 12 de abril de 2010

EL AULLIDO DE LOS PERROS



Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Esto pasó en agosto de 1961, si mal no recuerdo el día 8, cuando asesinos a sueldo quisieron acabar con la vida de un hombre útil a la sociedad que luchó brazo con brazo al lado de los campesinos de Juan Rodríguez Clara.

Por el Dr. Salvador Navarrete.

Dos de los pistoleros a sueldo cayeron en el lugar de los hechos, otro más fue a morir en una casa de palma desocupada, de una comunidad cercana a San Jacinto de los Llanos, Congregación de La Pochota. Al caer el más "bragado", huyó el que tenía los orificios de proyectiles en la espalda. No lograron lo que tantas veces habían hecho, al no poder asesinar a Silverio Nolasco, curandero del pueblo, que estorbaba a los caciques que gozaban del apoyo incondicional de la Cabecera Municipal; pero todavía, antes de morir, tuvieron tiempo de darle dos balazos en el mero corazón a Mauro, compañero de Silverio.
Esta escena trágica, llena de terror y sangre, sucedió cuando apenas la noche acosaba el octavo día del mes del año en la década de los 70. Silverio tuvo la suerte de que las balas de su Supercolt, le alcanzaron para liquidar a los Sicarios. Los "cargadores" vacíos (peines también) tirados junto a sus pies en medio del charco de sangre que manaba de su pierna herida, no fue incidente que le restara valor; pues con el arma sin balas, le paró el alto a un Sargento uniformado que trató de llevarse una pistola de los muertos.
Sin embargo, un fulano del pueblo se llevó la que había matado a su compañero, y disparado la bala que le atravesó la pierna entre la tibia y el peroné.
Silverio, ya con la noche negra y fúnebre con el aullido de los perros, (muchos rancheros dicen que le aúllan a los muertos) se fue a su casa, donde vivía con toda su familia, escoltado por su hermana Julia con su escopeta al hombro y su hermano Galita, tías con su escuadra en la mano, después de haber rematado a los temibles gatilleros.
Al otro día, bien temprano, mandó por la pistola que se había llevado Juan Luna. Su madre alarmada le dijo que para qué quería esa pistola que mató a su compañero, y que mero le desbarata lo pierna. Silverio la consoló diciéndole que ese fierro negro como las entrañas de sus dueños, no volvería a hacer daño en este mundo.
Poco después -en ese mismo día- llegaron Autoridades y Judiciales para hacer las investigaciones correspondientes. Ya sabían que Silverio era hombre de bien, a nadie le había hecho daño. Como se dijo antes, era el curandero del pueblo, y sus coterráneos siempre lo trataban de tú; pero era titulado, con pergamino que le extendió la UNAM, con su fotografía auténtica, pero igualita a un artista de cine muy famoso de aquella época; Tanto que a muchos agarraba de mensos cuando les decía que tenía el título porque ese galán de la pantalla le había prestado la foto. En realidad tenía parecido con el ídolo de multitudes que tantas lágrimas derramó cuando murió y cada año, cuando menos, pucheros. Al grado que una cuarentona que vió el título colgado de la pared le dijo con el codo a la gorda de junto: "Mira al que cantaba Amorcito Corazón".
Todos los que estaban en la sala se taparon la risa con la mano; pero la naca disfrazada de enfermera, hasta se pedorreó a carcajadas. Había visto películas de ese artista vestido de charro, tirando balazos con una pistola que nunca llenaba de balas; en cambio, su jefe Silverio, con su arma vacía y su sangre regada en la arena, espantó al Sargento aquel que quiso robar a los muertos.
Era la escena real, diferente a la que aquel As incomparable de la pantalla con la aureola del triunfo, colmado de besos y el amor fácil de mujeres. Los machos se conformaban aplaudiéndolo con frenesí, o imitándolo, borrachos en una cantina. Silverio, sin más pantalla que las sombras de la noche y el zumbido de las balas en sus oídos, sin dar un paso atrás, como "el muchacho de la película", salió vencedor.
Absuelto, porque en defensa propia había liquidado a multihomicidas, tan malos como el Cáncer o el Sida. Solo hubo un incidente con un Judicial, terco con enjuiciar a Silverio con aquel que, con boleto al infierno, tenía los orificios en la espalda; pero la prueba de la parafina, aclaró todo antes de oír al inculpado: "¡Cómo es usted tonto!, a los cobardes cuando huyen se les dispara por la espalda".
Don Carlos, padre de Silverio, de noche no dormía por el aullido de los perros. Tenía razón, la casa era de madera; sus ojos que no se cerraban y la Escopeta en las manos, eran el somnífero para que todos durmieran, y siguiera “EL AULLIDO DE LOS PERROS”.
La pistola que incomodaba a su padre, en los muros de piedra de Boca del Río, la arrojó desbaratada al mar, para que el salitre la castigara y no volviera a dañar.

3 comentarios:

  1. El Dr. Salvado Navarrete Gómez, tenía mucha información de salud, historia y escritos hechos por él, entre ellos también se encuentra libro de poemas llamado “Verso en tres tiempos”, en él compuso 2 poemas para 2 niños muy importantes en los últimos días de su vida: su nieto Benito y su hija sobrina Isabella, los cuales subo a manera de comentario porque los encontré al revisar este libro.

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  2. ISABELA DE NIÑA A MUJER


    Tus labios rojos de niña saben a miel,
    Porque tú linda boca es un manantial
    Como áureo y delicioso panal
    Donde se anidan tus besos Isabel.

    Tu espejo de luna deslumbrante y fiel
    Proyecta tu ebúrnea imagen sin igual
    Como una reina con donaire triunfal,
    Que danza y canta en mágico vergel.
    Pero tus bucles por el viento travieso,
    No dejan llegar a tus labios los besos
    ¡Oh! Venus terrenal de excelsa belleza.

    Espera ya mujer, amor con alegría
    y el calor de tus besos noche y día ...
    y jamás moriría de tristeza.
    S.N.G.

    11 de diciembre del 2002.

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  3. BENITIN

    Niño alegre y bonito
    con apenas siete meses
    que a su abuelo se parece
    y como su padre, se llama Benito.

    Como está poco gordito,
    no hay quien no lo bese
    después que su madre lo pese
    y lo hace reír con su gatito.

    Gracioso lo hace su abuela
    bailar fandango con Isabela,
    comiendo con ganas gansito.

    Después lo besan y chiquean
    no importa quienes sean,
    reciben agua de mi nietecito.


    25 de marzo del 2006.

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