martes, 13 de abril de 2010

“EL RAMAL”, MUERE EN EL QUINTO CENTENARIO

Con la pérdida de este medio de transporte “EL RAMAL”, quedó atrás una gran historia de pueblos hermanos como lo fueron Rodríguez Clara, San Andrés Tuxtla, Santiago Tuxtla y Catemaco, también se perdieron muchos empleos y los pueblos por donde pasaba este tren se han ido quedado con menos gente por la pobreza en la que cayó, ya que salían a comerciar los productos que sembraban y elaboraban como: totopos, rábanos, cilantro, yuca, nopales, papaloquelite, berro, frijol fresco, jícama, bolillos, gallinas y huevos de rancho, carne ahumada y seca, etc. a Rodríguez Clara y San Andrés en este medio de transporte tan económico que hicieron que quebrara porque al cobrarles no les daban boleto.
He aquí una pequeña reseña de la historia del RAMAL escrita por el Doctor Salvador Navarrete Gómez quien conoció y atendió por muchos años (casi cincuenta) a campesinos, escritores, médicos, políticos, maestros, sacerdotes, etc., que utilizaron para viajar a los Llanos del Sotavento este transporte sobre rieles.


POR EL DR. SALVADOR NAVARRETE GÓMEZ.


"En este año de tanto alboroto por la celebración del Quinto Centenario, El Ramal (tren de Rodríguez Clara a San Andrés Tuxtla) se nos fue para siempre", me comentaba con tristeza un viejo ferrocarrilero jubilado. Se quedaron --continuó diciendo-- más de 25,000 campesinos sin salir pa' ningún rumbo en un apuro, y, de esos, más de la mitad son indígenas con sus apelativos que usted conoce. Figúrese que oí en Tierra Blanca, que Don Porfirio dejó 25,000 kilómetros de vías y ahora, apenas si llegamos a 15, vamos pa' tras".

Mi amigo "rielero" había venido a consulta con una Reuma Lumbar (él dice "venteadura") que no lo dejaba dormir y apenas caminar. Se le había metido en la cabeza, como a todos los jubilados, que cuando tenían Médicos "sobre ruedas" (en furgones) y el Hospital Colonia, les ponían una "ampolletita" para irlos acercando al panteón; por eso íbamos a San Andrés con el Dr. Argudín y con usted aquí, "el Ramalito salvó muchas vidas".

Paré de hablar a mi amigo dechompa azul (le había dado tribuna libre), y le dije: Efectivamente, EL RAMAL salvó muchas vidas y entre tantas, la mía. Lo sé porque me lo platicó mi madre cuando yo tuve uso de razón. Para no hacerte el cuento largo, a los 8 días de nacido me subió en sus brazos al tren con rumbo a San Andrés, porque tenía una infección en el ombligo de esas "que le ronca la mangana", pues por aquel tiempo, esa tripita que deja cicatriz que nunca se borra, se la cortaban a uno hasta con la faca de la cocina.

Llegamos a San Andrés --decía mi madre-- con un peso cincuenta centavos a ver a un Dr. Fandila Peña, que me puso un algodón con yodo en el ombligo, nos quitó todo el dinero y le dijo: vete pronto para que lo entierres donde están tus demás muertos. Regresamos pidiendo limosna, y ya ves, aquí estoy "vivito y coleando".

Yo siempre comentaba que estaba vivo de milagro; pero no, estoy vivo por EL RAMAL, como otros muchos; por eso mi testimonio de gratitud es este modesto escrito en las bondadosas páginas de "EYIPANTLA", que también viajó muchas veces en él, así como su ilustre director.

Como recordamos que sus silbatazos al llegar a cada estación, convocaba al trabajo alegre de la gente, que subían canastos con legumbres y frutas, costales de maíz, de elotes, un totole o gallina amarrados de las patas, y también una que otro con paliacate amarrado a la cabeza, señal del ranchero enfermo. Esto era a diario, por lo tanto, sí era redituable y el fracaso económico se debió a la corrupción del personal, pues había un auditor que al pedirle el boleto le contestaba a uno: "No estoy rifando el tren". Fácil para los encargados de resolver el problema, pero prefirieron "cortar por lo sano" para dejarnos enfermos de dolor y nostalgia. Quién no recuerda, que por EL RAMAL viajaron personajes como Don Ángel Carvajal (símbolo del político honesto), María Teresa García, la poetisa de lindos sonetos; el Dr. Jorge Carrión, luchador fiel a sus ideales; los hermanos Toto Linares, distinguidos profesionistas; el inolvidable, Dr . Raúl Argudín, fiel al Juramento de Hipócrates, como el Dr. Miguel Elías Moreno, también viajero sobre ruedas de hierro, si mal no recuerdo: al cultísimo Lic. Eneas Rivas Castellanos, ¿réplica o consanguíneo de don Erasmo?; al famoso "Duque" de Miranda.

También no podemos olvidar la risa peculiar y estridente del "Negrito Planchador", qué una vez aplaudieron calurosamente en el Campo Deportivo Veracruzano. Tampoco podemos olvidar a Renán García (nombre de batalla, el verdadero era otro que no recuerdo), que triunfó como cantante de la XEQ.

EL RAMAL fue el ferrocarril más democrático porque en él viajaban, Sedas, Carrión, Solana, Carvajal, Calzada, Colonna --apellidos honorables y distinguidos--, revueltos con los Chigo, lxtepan, Xolo, Chíguil, Chalaga, etc., apellidos propios de la región de Los Tuxtlas, que son raíces profundas de nuestros antepasados que no se podrán arrancar ni con otro quinto centenario.

Dejamos para lo último --Como sucede en les escenarios de teatro-- a la estrella máxima, el maestro Erasmo Castellanos Quinto, que nació en la bella ciudad de Santiago Tuxtla en 1880 y falleció en 1955; pero no es tan sólo la estrella del final de la escena, sino aquella que brilla más sobre la cima del Vigía para derramar más luz desde la altura. También viajó en el RAMAL su lira al hombro y verso en los labios.

Un apreciable amigo, y culto poeta, me platicó una anécdota del maestro Castellanos Quinto: "Una tarde invernal, un grupo de sus discípulos visitó al maestro en su modesta vivienda de la capital, él les invitó café y al producirse un apagón, tuve que recurrir a dos lámparas de gas. Aludiendo a cierta musa traviesa a la que rendía culto Don Erasmo, uno de los muchachos le pidió unos versos relativos a aquella reunión, a lo que accedió el maestro Rimando así:


"A LA LUZ DE LOS QUINQUESES,
SENTADOS EN LOS SOFASES
TOMANDO NUESTROS CAFESES
Y MIRANDONOS LOS PIESES,
ME ACUERDO DE SUS MAMASES".



Como dedicatoria a la muerte del RAMAL, la debemos recordar todos los días.


2 comentarios:

  1. Excelsa publicación, no hay mejor, Daniel Ines M.

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  2. Que días aquellos días de antaño que se quedan marcados en los recuerdos y junto a nuestra alma como si fueran tatuajes siguen viviendo

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