LA SALPINGOCLASIA
UN ATENTADO A LA ECOLOGÍA HUMANA

…Igual que castrar una marrana.
Sagitario Nieves Gil.

POR EL DR. SALVADOR NAVARRETE GÓMEZ


En la lucha de los gobiernos de distintos países -entre ellos el nuestro- para detener la explosión demográfica, no se ha conseguido nada positivo con los métodos y sistemas utilizados actualmente, porque son, desde el punto de vista científico como religioso, CONTRA-NATURA; es decir, el fin que se persigue altera y deteriora la integridad física y funcional de la mujer que polariza los efectos negativos de políticas equivocadas que no consideran que están afectando la obra más grande de la creación, donde Dios la ha dotado de los atributos maravillosos de la sublimidad para que sea en la tierra, símbolo de amor y dolor, de ese "amor sin orillas" que cantara el poeta, y de ese dolor sin llanto, cuando le rompe la entraña aquel que la convierte en un manantial de leche y besos.

Ojalá que las mujeres que celebran su Cuarta Conferencia Mundial en China, traten con cuidado el problema poblacional de sus países, para que leyes inadecuadas y métodos iatrogénicos, dejen de ser un atentado a la especie humana, que hace de la mujer un reservorio de hormonas (estrógenos) y cuerpos extraños como dispositivos y condones que nada tienen que hacer en el útero y la vagina, negando la sentencia bíblica y fisiológica del acto carnal. Pero el error o pecado más grande que se está cometiendo en la tierra es la práctica de la Salpingoclasia, intervención quirúrgica --que en un principio aconsejé y pronto deseché y combatí--cuando encontré en más de 200 mujeres sometidas a estudios clínicos y estadísticos, secuelas irreversibles como cambios en el carácter y la conducta, desequilibrio en su sistema neurovegetativo, tendencia a la obesidad y, lo más grave, pérdida del apetito sexual: no se les antoja el marido ni de día ni en el encuentro nocturno.

La salpingoclasia ha sido "el tiro de gracia" que ha recibido la mujer, cuando en esta intervención, se seccionan sus trompas uterinas para no dar opción a que nazcan otros, y se llene de viejos el mundo, como sucede en países como Canadá y algunos europeos como Suiza, que siempre tiene el mismo número de habitantes (8 millones de viejos), cuidando tesoros ajenos, que tal vez más les reditúe que la manufactura de relojes; hoy que Japón los supera.
México va por el mismo camino a pesar de que su tasa poblacional haya bajado de 4 al 2.9%, pues el ahorro que esto ocasiona al erario nacional (no gasta más dinero en escuelas y maestros), no se ocupa para la investigación de métodos que no lesionen la integridad de la mujer.

Yo recuerdo que a finales de los cuarenta y principios de los cincuenta, cuando egresaba de la Facultad de Medicina, había un comercial en la XEW ponderativo de la cerveza Carta Blanca que proclamaba: … ¡y 20 millones de mexicanos no pueden estar equivocados! Hoy, a 45 años de distancia, junto al exhorto que nos convoca a todos a participar en el Programa Nacional de Población, hay otro comercial en Televisa (hermana de XEW) del brandy Don Pedro, donde un músico de teclado (muy parecido a un ex presidente, nomás que con pelos) invita a 90 millones de compatriotas a tomar el brandy que tiene el don de secar los bolsillos de los trabajadores que, a pesar de la crisis, tiene también el don de dejar sin pan sus hogares; y, para atenuar culpas de los grandes consorcios del vicio, siempre culpamos la apolillada idiosincrasia del mexicano.

Volviendo a la cuestión medular del tema, tampoco soy partidario del aborto, exceptuando el terapéutico, porque se traumatiza el útero con la agresiva "cucharilla" que lo raspa y lo sangra; pero aun cuando puede seguir gestando, de todas maneras es CONTRA-NATURA.

Como la Salpingoclasia que mutila a la mujer para siempre. Ojalá que hoy las mujeres reunidas en China, protesten para que el escalpelo de Médicos inhumanos, deje de herir lo más sagrado y sublime que Dios ha hecho, y que ya no pude hacer otra cosa mejor. Lo evoco siempre porque creo en él y reconozco que hace las cosas perfectas para conservar el equilibrio en este mundo donde la mujer, aparte de todos sus encantos y virtudes es el ser supremo y sublime de la creación. No debemos destruirla sino amarla; tal vez por eso al terminar este modesto escrito sentí húmedas las teclas.